¿Qué
entendemos por autoestima?
La autoestima es la valoración que tenemos
de nosotros mismos, de nuestra manera de ser, de nuestros rasgos corporales y
faciales, de nuestras capacidades físicas y mentales, en definitiva, de todos
los pilares que conforman nuestra personalidad.
Podemos aprender, variar y mejorar nuestra
autoestima, pero a edades muy tempranas es importante que las personas más
directas reafirmen en el niño una autoestima saludable, señalando y felicitando
siempre todo lo positivo que hay en él.
Cuando un niño tiene una buena autoestima, se relaciona
adecuadamente con los demás, no le da miedo hablar con los otros, dar y pedir
ayuda cuando es necesario. Sabe reconocer las cosas valiosas que hay en su
interior y las muestra orgulloso. Le gusta colaborar y responder a todo porque
sabe que equivocarse no entraña riesgo alguno. Se siente competente y es más
responsable de sus actos, además sabe lo importante que es aprender para él.
En cambio, cuando un niño tiene baja autoestima, no es capaz de confiar
en sí mismo ni en sus posibilidades, con lo cual difícilmente pueda confiar en
los demás. Esto le conduce a una situación de soledad, falta de comunicación,
timidez, e incluso puede llegar a desarrollar conductas agresivas, debidas a su
constante negación de sí mismo. Suele ser poco creativo, muy crítico y exigente
con las cosas, sobre todo las que tienen que ver consigo mismo y muy indeciso
en todo lo que hace, dada la falta de seguridad que persiguen sus actos. A la
larga se verá inmerso en un bucle sin salida, ya que todas estas circunstancias
que invaden su personalidad, hacen que los demás lo vean como alguien frágil,
introvertido, “raro” y tiendan también a rechazarlo con lo que su
autovaloración se verá una vez más mermada.
En la conformación de la autoestima
influyen variados factores:
-
Factores
personales: imagen corporal, competencias físicas e intelectuales, habilidades
sociales, etc.
-
Personas
significativas: todo aquel vinculado a su mundo, padres, hermanos, familiares,
profesores, amigos, etc.
-
Factores
sociales: valores, cultura, creencias, etc.
No hay que olvidar que el desarrollo del
niño se realiza en el caldo de cultivo social en el estamos inmersos, es decir,
la sociedad dictamina que cánones establecidos son los más valorados (más vale que
seas alto que bajito, delgado que gordo, listo que tonto, rico que pobre,
habilidoso que torpe, etc.). Por lo tanto, el niño que goce de unas cualidades
bien miradas socialmente, fácilmente desarrollará una autoestima alta y
saludable fomentada por el tipo de vida que le rodea.
Pero
además, la opinión de los adultos más cercanos a él es de vital importancia
para que ese desarrollo se haga efectivo, ya que nos afectan sobremanera las
consideraciones y críticas que sobre nosotros tienen las personas a las que más
veneramos, que son nuestros mayores más próximos. Entre más allegada sea una
persona a nosotros, más nos afectará aquello que de nosotros piense.
Ofrecemos aquí algunas conductas que
indican alta o baja autoestima, para tener una mejor percepción del concepto:
-
Conductas
que indican alta autoestima:
o
Tener
ganas de intentar cosas nuevas, de aprender, probar nuevas actividades.
o
Ser
responsable de sus propios actos.
o
Hacerse
responsable de otras personas.
o
Tener
conductas pro-sociales.
o
Confiar
en sí mismo y en su propia capacidad para influir sobre los acontecimientos que
le rodean.
o
Manifestar
una actitud cooperadora.
o
Aprender
de los errores. Autocrítica.
-
Conductas
que indican baja autoestima:
o
Rehuir
el intentar actividades intelectuales, deportivas o sociales por miedo al
fracaso.
o
Engañar,
mentir, echar la culpa a los demás.
o
Conductas
regresivas (hacerse el pequeño).
o
Comportamientos
no sociales.
o
No
confiar en sí mismo. Creer que no se tiene capacidad de control sobe los
acontecimientos.
o
Agresividad,
timidez excesiva o violencia.
o
Negación
frecuente. Frustración.
q buen aesta pagina
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